Siempre he sido un contador de historias...o de milongas. Siempre con predilección por plasmarlo por escrito (no me considero tan ágil) y no siempre con un resultado explicable...es lo que tiene ser autodidacta, que siempre tienes que probar muchas veces.
Y probé en revistas de instituto, en una underground que duró 4 números (creo) también en la universidad hasta que comencé a picar en concursos de relato breve sin demasiado afán. De todo ello adjuntaré unas muestras para que el lector se haga eco de lo descerebrado que puede ser uno de joven. Ahora ya no lo soy (ni una cosa ni la otra), pero no me he dado cuenta y lo único que ha cambiado es que escribo con cierto método y algo mejor.
O tal vez solo sea una impresión.